Recomendamos el artículo de Antonio Lozano
http://www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=278548
En este artículo nos pone de manifiesto la complicidad de Hollande con los asesinos de Sankara
Sankara era el Presidente que todos querían para sí, el referente que demostraba que África sí puede avanzar en la transformación política y social por sus propios medios.
Y ese fue, probablemente, uno de los argumentos que más pesaron a la hora de tomar la decisión de eliminar a Thomas Sankara. El discurso de que África no puede salir adelante sin la tutela occidental sigue vivo, y así seguirá mientras los recursos naturales del continente sean indispensables para el funcionamiento de la maquinaria industrial del Norte. Aceptar referentes como el de Sankara contradice a las claras ese discurso que tanto ha calado en el imaginario de la ciudadanía occidental, como ya antes lo habían hecho los estereotipos fabricados para justificar la esclavitud primero, la colonización después. Sankara debía desaparecer para dejar de ser la esperanza de los pueblos africanos, la voz que reclamaba la unidad del continente, que clamaba contra la injusticia de la deuda externa y se oponía a su pago. Burkina Faso debía volver a ser lo que siempre había sido, y a Blaise Compaoré le encargaron ese cometido. Regresaron la corrupción y la represión política. El antiguo compañero de Sankara se ha convertido en uno de los hombres más ricos del continente, y no dudó en hacer asesinar, para despejar del todo el camino, a los otros dos otros padres de la revolución: unos meses después de Sankara, les tocó el turno a Lingani y a Zongo. Hoy es recibido con todos los honores por los grandes líderes del mundo rico. El último en abrirle de par en par las puertas del Eliseo ha sido, hace unas semanas, el Presidente socialista François Hollande.