miércoles, 10 de octubre de 2012

PARO Y HAMBRE EN VALLADOLID

Mariana Alvarracín (sentada) y Ana María Nieto,
en la sede de Cruz Roja. / Fernando Blanco

Guapas, maquilladas, risueñas, locuaces..., ni sus rostros, ni su indumentaria, ni su vitalidad traducen el calvario que para ellas supone alimentar y educar a dos niños pequeños sin un sueldo a final de mes. Luego, en cuanto se detienen en el detalle y en el día a día, aparecen la emoción y las lágrimas, porque se necesita ser muy fuerte para llamar durante meses a puertas que nunca se abren sin perder la sonrisa. Ana María Nieto, de 43 años, fue una de las primeras víctimas de la crisis y desde que perdió su último empleo, hace ahora un lustro, no ha conseguido un contrato. Veinte años de experiencia laboral como dependienta (en prestigiosos grandes almacenes y perfumerías de solera, pero también en empresas de comida preparada), ya no son suficientes. Su experiencia no es muy diferente a la de Mariana Alvarracín, ecuatoriana de 35 años, que hasta hace algo más de un año no había tenido problemas laborales (ha sido camarera, cocinera, costurera, acompañante de mayores...) y que ya no encuentra nada. Hace meses que las dos no perciben prestación alguna.
–¿Cómo se sobrevive sin un sueldo a final de mes?
Ana María Nieto: Con la ayuda de mi madre, de mi hermana... Gracias a Dios, yo no he llegado a pasar penalidades. No nos damos tanta cuenta de la cantidad de gente que lo está pasando mal. Y eso es gracias a las familias.
Mariana Alvarracín: Como siempre he trabajado, tenía algo ahorrado y he estado tirando de ello, pero ya casi no llego... A mí me ayudan muchas entidades e instituciones.
–¿Qué es lo más duro: decir que no a un hijo, o tener que pedir ayuda a una entidad como Cruz Roja? ¿Se llega asentir humillación?
A. M. N: Yo vengo a Cruz Roja para orientarme, formarme o asesorarme..., para mí es agradable. Lo más difícil es negarle a mis hijos cosas que me gustaría darles.
M. A: Para mí también. Y por eso, aunque me da un poco de rabia porque siempre he sido muy independiente, ahora pido ayuda a quien haga falta para darles lo que necesitan. Mis hijos tienen que comer, vestir, ir al colegio, y la vergüenza me la guardo en el bolsillo.
–No tener dinero puede llevarnos a situaciones extremas, ¿han podido evitarlas hasta ahora?
A. M. N: Yo tengo ayuda familiar, pero hay cosas que no te puedes permitir y te da mucha pena. El otro día mi hija me dijo: 'mamá hay una excursión en el colegio, pero no pasa nada si yo no voy'. Y no es la única; hay muchos otros que no.
M. A: Alguna vez me he visto mal. Gracias a Dios, voy a una iglesia en la que todas las semanas me dan algo de comida: colacao, galletas... También ropa para mis hijos..., se les queda todo pequeño muy rápidamente.
–Hace unos años se decía que en Valladolid nadie pasa hambre,... ¿La están pasado ustedes?
A. M. N: No, gracias a Dios, no.
M. A: Alguna vez.