De la noche a la mañana en el paro y, en cuestión de una semana, un nuevo empleo, que Esther ha cambiado ya por otro, el tercero en menos de un mes. Eso, en época de crisis. ¿Suerte? «Es que somos absolutamente poco exigentes. Trabajo hay, pero en condiciones peores que las que teníamos», contesta Daniel Martínez.
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