Diluvia en Madrid y la cola da la vuelta a la manzana. Pero ellos (y especialmente ellas) prefieren mojarse. Aguantan estoicos el chaparrón y gritan de emoción cuando el 'segurata' les da paso. "¡Ya entramos, ya entramos!" Cualquiera diría que esperan para ver a los Rolling Stones, pero no. Es la cola para entrar al nuevo Primark de Gran Vía. Y eso que ya han pasado varios días desde que abrió sus puertas.
Luces de neón azul y un estucado blanco cristalino recubren sus cinco plantas. Parece una iglesia. Un ejército de dependientas se reparte entre cajas y escaparates. "Yo trabajo 30 horas semanales y gano 700 euros", explica una de ellas. No se quejan: "Ni es bueno ni es malo, es lo que hay".
A su alrededor una masa enfervorecida rebusca la mejor oferta: vaqueros a ocho euros, dos guantes por 1,5 euros, abrigos a 19 euros. En el exterior, más de 20 guardas de seguridad pastorean a las manadas de devotos del 'low cost'. "Sigan por aquí, por favor". Ninguno de ellos se pregunta cómo es posible que se vendan vaqueros a ocho euros.
El nuevo templo al consumo impresiona. "La Gran Vía es una ubicación fantástica y estamos encantados de contar ahora con una tienda allí", consideran desde Primark. En Madrid no se habla de otra cosa.
Luces de neón azul y un estucado blanco cristalino recubren sus cinco plantas. Parece una iglesia. Un ejército de dependientas se reparte entre cajas y escaparates. "Yo trabajo 30 horas semanales y gano 700 euros", explica una de ellas. No se quejan: "Ni es bueno ni es malo, es lo que hay".
A su alrededor una masa enfervorecida rebusca la mejor oferta: vaqueros a ocho euros, dos guantes por 1,5 euros, abrigos a 19 euros. En el exterior, más de 20 guardas de seguridad pastorean a las manadas de devotos del 'low cost'. "Sigan por aquí, por favor". Ninguno de ellos se pregunta cómo es posible que se vendan vaqueros a ocho euros.
El nuevo templo al consumo impresiona. "La Gran Vía es una ubicación fantástica y estamos encantados de contar ahora con una tienda allí", consideran desde Primark. En Madrid no se habla de otra cosa.