Ulrich Benke está entusiasmado con su nuevo aprendiz. Asegura que es muy trabajador: “Me gustaría poder decir lo mismo de algunos de mis discípulos alemanes”. Yamusa Sylla, un muchacho guineano, llegó solo con 15 años a Alemania como refugiado. Ahora, el joven habla perfecto alemán y está aprendiendo el oficio de metalúrgico en la empresa de Benke en Schwerte, en Renania del Norte-Westfalia. Benke está contento de contar con Yamusa, ya que le cuesta encontrar buenos aprendices.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), este año llegarán a Europa un millón de personas en busca de asilo, unas 800.000 a Alemania, la mitad menores de 25 años.
Los refugiados pueden contribuir a paliar algo el problema demográfico de Alemania y de Europa. Se prevé que ya entre 2013 y 2020 la población en edad de trabajar se reduzca en 7,5 millones de personas (un 2,2%) en el continente. Así, Europa tiene que recurrir a refugiados como Sylla también por su propio interés.