Una de las mayores mentiras
en circulación es hacernos creer que los protagonistas del gran teatro
del mundo son los políticos cuando, en realidad, son los dueños del
dinero.
En el caso de Grecia esta
tesis se verifica de modo llamativo por la ausencia de Wally, ese
personaje de cómic a quien de niña buscaba en todas las páginas de sus
libros con la certeza de que estaba, aunque no supiera dónde. Para mí el
Wally del escenario contemporáneo es China. De un modo u otro, el
Gigante Asiático tiene que ver con casi todo lo que hoy sucede en el
mundo, particularmente si hay dinero de por medio.
En el teatro del absurdo donde parece abocar la gran tragedia griega, superando con creces el atrevimiento de Ionesco, a Tusk, Juncker, Draghi, Schäuble
y Merkel se les atribuye el papel de actores principales cuando son
simples títeres: un guiñol inteligentemente tramoyado por… ¿quién? Si
gozáramos de buena información sabríamos descifrar el jeróglifico de
siglas SGCC-FOSUN-COSCO, que nos resultarían tan familiares como los
fantoches del Eurogrupo. Pero da la casualidad de que esas referencias
se escriben también con caracteres chinos y Europa todavía no sabe –o no
quiere saber- que está perdiendo liderazgo, incluso para gobernar su
propia casa.
Atrevámonos, pues, a desencriptar esta historia.
SGCC
(China State Grid Corporation) es una gran compañía de distribución y
transmisión de electricidad, propiedad del Estado chino, que actualmente
compite por el control de la griega ADMIE (Independent Power
Transmission Operator), cuya privatización forma parte explícita de las
últimas imposiciones del Eurogrupo al Ejecutivo de Tsipras.
FOSUN,
corporación china de capital privado, forma parte de un panel de
inversores interesados en el antiguo complejo aeroportuario Hellenikon,
otro de los grandes proyectos de privatización, presupuestado en 7.000
millones de euros.
Finalmente, COSCO
(China Ocean Shipping Company), empresa pública líder en su sector,
desde 2009 goza de una concesión del Estado griego por 35 años para
operar en el Puerto del Pireo. Llama la atención que, contra el viento y
la marea de la deuda, COSCO se ha propuesto hacer de ese enclave el más
importante nudo en las comunicaciones y el transporte marítimo de
mercancías entre China y Europa. La iniciativa es crucial dentro del
proyecto “One Belt, One Road” ( Yi Dai Yi Lu), con
que el Gran Dragón trata de rememorar su esplendor, revitalizando la
histórica Ruta de la Seda tanto por vía terrestre como a través del mar.
Para hacer realidad sus ambiciones, COSCO aspira a controlar el 67% de
las acciones de Piraeus Port Authority, pues es la mejor posicionada en
la competencia con la danesa Maersk y la estadounidense Ports America.
La victoria de Syriza había dejado en suspenso hasta el día de hoy la
privatización del puerto, justo después de que el gigante chino
comenzara las obras de ampliación con una inversión inicial de 230
millones de euros, y parece que va siendo hora de “invitar” a los
griegos a recuperar la “cordura” del Ejecutivo anterior.
No olvidemos, por otra parte, que la reconstrucción de la Ruta de la Seda va a ser posible gracias al recién inaugurado Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras.
La creación de esta entidad, con un capital inicial de 100.000 millones
de dólares y 57 países implicados bajo el liderazgo del Gran Hermano
oriental, evidencia los avales irrefutables con que cuenta el proyecto.
Por si alguien no lo sabía, aunque todos los socios esperan
beneficiarse, indudablemente algunos lo conseguirán más que otros, pues
los primeros contratistas de esas faraónicas infraestructuras van a ser
las empresas públicas chinas, lo cual no parece una cuestión menor.
Tampoco es pequeña la trascendencia histórica de esta iniciativa, un
paso decisivo para la construcción de un nuevo orden financiero mundial sobre el eje de China, en detrimento de las instituciones de Bretton Woods.
Por lo tanto, no se trata sólo de reconocer que China ha comprado al menos 6.000 millones de euros de deuda pública griega, gracias a la creciente influencia de los dos fondos soberanos chinos, China Investment Corporation y SAFE
(State Administration of Foreign Exchange) que, a propósito, también
financian nuestra deuda. Lo más inquietante es que el Eurogrupo no sirve
únicamente a los intereses de las grandes corporaciones europeas… China
oscurece con su sombra alargada las candilejas del escenario.
Existe tal ignorancia al
respecto que el Ejecutivo de Tsipras, sorprendentemente, habló en su
momento del Gran Dragón como una “alternativa”. Recordemos que a
principios de 2015, el ministro de Defensa griego, Panos Kammenos, dijo
que su Gobierno estaba contemplando la posibilidad de encontrar
financiación fuera del Viejo Continente. Poco después, viajaban a China
el Viceprimer Ministro, Dragasakism, y el Ministro de Asuntos
Exteriores, Kotzias. El resultado de la visita fue un acuerdo de cooperación económica y cultural entre los dos países para el periodo 2015-2017, cuyos detalles no han sido precisamente la comidilla de la prensa.
Como corresponde a su tradición diplomática, China ha elegido un perfil bajo (Tao Guang Yang Hui)
en la crisis griega. Así, no tiene que soportar la curiosidad de la
prensa –que tanto parece molestar al Presidente Xi- y cede el estrellato
a sus aliados europeos, principalmente a Alemania. Los expertos dicen
que su papel en el desarrollo actual de los acontecimientos es
secundario. Ciertamente. Pero esa discreción no se corresponde con la
magnitud de las ambiciones de China en el Mediterráneo, entre las que
además de los ya mencionados intereses de COSCO, FOSUN y SGCC, se
encuentran los de CNOOC (China National Offshore Oil Company), que desearía explotar los recién descubiertos yacimientos de gas en el área de Chipre.
Si a esto sumamos que 2015 fue elegido como el año de la cooperación marítima entre el Gigante Asiático y el país heleno,
que se reconocen mutuamente como cuna de las dos principales
civilizaciones de la Historia de la Humanidad, la quintaesencia de
Oriente y Occidente, no sé qué hacemos alarmándonos por lasboutades de los títeres que aparecen en este guiñol.