martes, 3 de marzo de 2015

Los expertos critican los deberes como una extensión de las tareas del colegio. SEGUNDA PARTE

La regla del diez
Cálculo de la Duke University
La Universidad de Duke (Carolina del Norte) estableció este baremo para los deberes: diez minutos más cada curso, empezando con diez minutos en primero (que sería infantil 5 años en España). Eso supondría dos horas y media diarias de estudio en bachillerato.

El objetivo de primaria: leer, escribir y cuentas

El mal funcionamiento de los deberes se enmarca según los expertos en una errónea metodología de todo el sistema educativo, con contenidos inabarcables que no permiten desarrollar un aprendizaje global, no rutinario y que esté en contacto con la actualidad. Porque, ¿qué debe aprender un niño de primaria? Francisco Chas da una respuesta breve, «leer, escribir, manejar las operaciones matemáticas básicas y conocer el entorno inmediato. No hay mucho más».
¿Es eso lo que consolidan los menores? No, ya que muchas veces se encuentran con currículos repetitivos, en los que en varios cursos se insiste en idénticos contenidos. «Se queremos que os nenos teñan unha aprendizaxe significativa hai que usar unha metodoloxía moi diferente da que se marca desde a Administración, e para usala hai que pasar do currículo oficial», apunta Carmen Rodríguez.
Lo cierto es que los especialistas educativos coinciden en que la metodología que se emplea en el aula debe cambiar, aunque haya honrosas excepciones, y la etapa de infantil es un ejemplo a imitar. Pero admiten que no es fácil, «hai xente que traballa moitísimo pero non ten o respaldo da Administración porque o sistema educativo non está preparado», explica Julio Trashorras. Si acaba de ocurrir un terremoto, ¿cómo no abordarlo en el aula? «Haberá que traballar sobre iso, porque a inmediatez da información xa é motivadora para os nenos», añade Rodríguez.
Padres y profesores coinciden en que las tareas que se mandan para casa deben ser adaptadas a cada alumno e incluso a cada entorno familiar. Y van más allá, esta individualidad debería aplicarse también en el aula, más aún en primaria. ¿Qué ocurre? Que el número de alumnos por aula y los contenidos oficiales encorsetan la forma de dirigir el aprendizaje. ¿El modelo ideal? Aprender divirtiéndose, ya que es en ese entorno cuando el niño asume mejor los conocimientos, «y estamos asociando escuela a obediencia, sumisión, carga y negatividad. Y eso es un problema», apunta Chas. La solución pasa por un cambio «imprescindible» en el que padres y profesores tienen responsabilidad.

Los padres deben saber qué hace el niño en el aula, no hacer sus deberes
«Os pais nos metemos demasiado no labor do profesorado», dice Xosé Ramón Franco. Pero los profesores agradecen esa comunicación, siempre que sea bien entendida, porque sostienen que el padre debe saber qué hace el niño en el aula. «Prefiro que os pais se metan; calquera crítica pódela tomar dun xeito construtivo ou non», explica Xulio. 

En donde tienen muy claro el rol del padre es en los deberes, y desde luego no ven coherente que el progenitor prácticamente haga los deberes a su hijo, ni la existencia misma de los grupos de Whatsapp para eso. «As tarefas debe poder resolvelas so o neno, se non é que están mal plantexadas». Y si no, apunta Rodríguez, para eso está el aula, «o que non saiba facer teno que resolver na escola, porque ademais alí están tanto o mestre como os compañeiros». Pero los padres sí pueden ejercer una labor de acompañamiento, fundamentalmente en los primeros años con juegos y lecturas, «pero respetando su espacio. No se puede empujar el agua del río, ya llegarán porque todos llegan a leer, pero nos obsesionamos con que tiene que ser cuando nosotros queramos», concluye Francisco Chas