lunes, 18 de diciembre de 2023

incitato, un caballo como cónsul

Abel G. M
Periodista especializado en historia, paleontología y mascotas

El emperador Calígula pasó a la historia por su carácter déspota y cruel, pero también por sus numerosas extravagancias. Una de las más famosas atañe a su caballo preferido, Incitato, al que se dice que quiso nombrar cónsul y sacerdote.

Calígula, uno de los emperadores romanos con peor fama, era conocido por su carácter errático y déspota, que finalmente lo llevó a ser asesinado. Tras su muerte se escribieron numerosas historias sobre sus caprichos y locuras; una de las más famosas, si nos fiamos de las fuentes romanas, sería su intención de convertir a un caballo en cónsul, una de las máximas magistraturas romanas.

El animal en cuestión se llamaba Incitato y era el caballo preferido del emperador, que sentía verdadera devoción por él. Tomaba parte en las carreras de caballos y Calígula dormía a su lado la noche anterior a una competición; para que descansase bien se decretaba un silencio general -por lo general, la noche en Roma era muy ruidosa- e incumplirlo suponía la pena de muerte. En la única ocasión en la que Incitato perdió una carrera, Calígula ordenó ejecutar al auriga (el conductor del carro) lo más lentamente posible para alargar su sufrimiento.

El historiador Dion Casio describe algunos de los lujos de los que disfrutaba el animal, como una alimentación a base de copos de avena, marisco y pollo; mantos de púrpura y joyería; una villa con sirvientes dedicados exclusivamente a su cuidado; y unas caballerizas de mármol con pesebres de marfil. En ocasiones el caballo comía en la misma mesa que el emperador y cuando este hacía brindis en su honor, los demás comensales debían seguirle el juego si no querían acabar muertos.

El emperador amaba a su caballo con la misma intensidad que despreciaba a los senadores romanos, a los que mostraba su desdén en cada ocasión que podía. Según el historiador Suetonio, en sendas ocasiones anunció su intención de nombrar a Incitato sacerdote y cónsul, posiblemente para ridiculizar a los senadores y demostrarles que su papel y dignidad le importaban bien poco y que un caballo podía desempeñar perfectamente las mismas funciones que ellos.
Actualmente se duda de la veracidad de esta anécdota, ya que ambos historiadores, Suetonio y Dion Casio, vivieron tiempo después de la muerte del emperador y pudieron haberse visto influenciados por la mala opinión que dejó. También puede ser que esta historia fuera una broma del propio Calígula, que tenía un extraño sentido del humor, y que la hubieran tomado en serio ya que el emperador era famoso por su carácter extravagante y la anécdota encajaba perfectamente con él. Fuera cierto o no, no tuvo tiempo de poner en práctica estos planes, ya que fue asesinado por su propia guardia pretoriana, instigada por algunos senadores.