Anas Al-Asadi es uno de los primeros sirios en llegar a Alemania. Tras unos días en la mayor economía de Europa, este refugiado ya tiene un empleo en un centro comunitario para jóvenes de propiedad municipal de la población de Pfungstadt, cerca de Frankfurt. Su salario es de un euro la hora a cambio de realizar ciertas tareas básicas para ayudar a los dirigentes de ese centro municipal.
Según publica el portal financiero Bloomberg, Al-Asadi era abogado en Siria, un joven de 26 años, cualificado y con ganas de trabajar: "El trabajo que está realizando no supone un reto para una persona que era abogado en su país, y hablando claro, no está bien pagado", aseguran desde el medio estadounidense.
Estos datos son duros, pero lo cierto es que este trabajo quizá sea sólo un empleo transitorio para Al-Asadi. Según explican fuentes alemanas, estos primeros refugiados no tienen aún papeles para trabajar en una empresa privada con un contrato legal. Hay tener en cuenta que en Alemania el salario mínimo para cualquier trabajador legal (sea cual sea su nacionalidad) es de 8,5 euros la hora.
"Estoy sentado aquí, duermo aquí, como aquí y no hacia mucho, me decidí a preguntar si podría hacer algo". El programa que se está llevando a cabo en este pueblo de Alemania, empleo por ahora a 15 personas y ha suscitado la curiosidad de otras ciudades germanas que están acogiendo refugiados y esperan recibir muchos más.
Los alemanes, lejos de ver a los refugiados como un problema, ven su llegada como una oportunidad para subsanar las crecientes deficiencias de su mercado laboral, centradas en la falta de población en edad de trabajar. Son varios los economistas y expertos alemanes que han asegurado que la llegada de estos sirios puede ser la salvación del Estado de Bienestar germano.
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