D. DOMÍNGUEZ / C. VILLAR | SANTIAGO de COMPOSTELA (La Opinión)
Las consecuencias de la crisis económica trascienden ya al núcleo familiar más cercano. A los comedores sociales comienzan a acudir no solo padres en paro con sus hijos, sino que el desempleo empieza a arrastrar a los abuelos. Las visitas a estas organizaciones de gente que no responde al prototipo de persona en riesgo de exclusión son cada vez más habituales.
La ayuda la solicitan familias enteras, desde nietos a abuelos, que comparten mesa en las cocinas económicas para poder llegar a fin de mes, aseguran fuentes de los bancos de alimentos gallegos.
Y es que en una buena parte de estos hogares ni siquiera el hecho de contar con el privilegio de que entre una pensión en casa, la de los mayores, evita las penurias. Porque, como añaden, estos abuelos en muchos casos fueron "avalistas" de las compras de vivienda realizadas por sus hijos y las familias utilizan estos ingresos para evitar los desahucios. "Son licenciados, médicos, abogados, hay de todo. Se empeñaron al comprar un piso y ahora tiene que acudir a los comedores sociales, con los niños y con los abuelos", indican.