Las 200 personas y familias más ricas suman un patrimonio estimado de 135.000 millones de euros. De ellos, casi 24.000 millones pertenecen a Amancio Ortega, el dueño de Zara, de largo, el hombre más rico del país, hasta el punto de que su fortuna equivale a la de sus 15 inmediatos perseguidores juntos y que ha redondeado el año cerrando la operación inmobiliaria más jugosa desde 2008, la compra de la Torre Picasso, en Madrid.
La crisis no hace mella en el bolsillo de los que más tienen. Al menos no tanta como en los del resto de los españoles. En un año en el que la Bolsa española ha perdido un 13% de su valor, los potentados españoles no pierden, incluso ganan. De hecho, los 10 más ricos de la Bolsa española han incrementado su fortuna un 8% este año. Esta conclusión, unida a que en España la huella que deja el dinero es cualquier cosa menos fácil de rastrear, son las principales conclusiones del número especial 'Los 200 más ricos de España', que se publica este fin de semana por sexto año consecutivo en el MAGAZINE de EL MUNDO este sábado, un informe único en la prensa española.
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Lo peculiar de la estructura económica española, sembrada de empresas de carácter familiar, obliga a ordenar las fortunas españolas en dos listas de 100 integrantes cada una. En una, figuran los reyes de la Bolsa y la otra los patrimonios más tradicionales, no afectados por las oscilaciones del mercado de valores y, por tanto, más difíciles de medir. En la otra, las familias cuya fortuna no cotiza.
Amancio y 99 más
Desde hace ya una década, al frente de los 100 más ricos del parqué está el Amancio Ortega (23.823 millones). A este le siguen los dueños de Ferrovial, la familia Del Pino (que controla Ferrovial), con 4.100 millones, su ex mujer y socia en Inditex, Rosalía Mera (3.305 millones), la familia Entrecanales (accionistas de Acciona, con 2.454 millones) y los cuatro hermanos March (1.699 millones), los banqueros españoles que mejor han capeado la crisis financiera.
Todos ellos acumulan un dinero fácil de medir, en forma de acciones que cotizan, sometidas al control la Comisión Nacional del Mercado de Valores y cuyo valor oscila cada día.
Uno de los acontecimientos que más ha dado que hablar este año ha sido la pugna por el control de Sacyr, que ha condicionado el patrimonio de nueve titanes del parqué: Juan Abelló, Demetrio Carceller, Manuel Manrique (el nuevo primer ejecutivo), José Manuel Loureda, Luis F. del Rivero, Sanjuán Jover, José Moreno Carretero, la familia Fuertes (El Pozo) y Francisco Javier Gayo.
Otra de las aportaciones de la lista es la visibilización del capital bursátil de la burguesía vasca, pues entre los 100 ricos de la Bolsa se sitúan ilustres apellidos como Ybarra, Barandiarán, Egaña, Salegui, Delclaux, Bergareche, Iribecampos, Arregui, Urrutia, Aguinaga o Castellanos, muchos de ellos vinculados al selecto barrio de Neguri, en Getxo (Vizcaya).
Los otros 100 ricos
Ajeno a los vaivenes de la Bolsa, el valenciano Juan Roig, dueño de los supermercados Mercadona, lidera la lista de las fortunas patrias que escapan al juicio del mercado. El valor de patrimonios como el suyo y otros muchos, que permanecen desde hace décadas en manos de largas sagas familiares dueñas de industrias, hoteles, tierras, casinos y edificios de viviendas y oficinas, no se fija a no ser que se vendan o se compren, se dividan o se hereden. En esta lista, a Roig le acompañan el fundador de Mango, Isak Andic, la Duquesa de Alba y las familias dueñas de las cervezas Mahou.
Un tercio de estas fortunas discretas o familiares tienen raíces catalanas, 13 son de Madrid, 9 de Valencia y 7 de Galicia. Otra de las curiosidades de la lista son las familias enriquecidas al calor de las licencias para embotellar Coca-Cola. La 'chispa de la vida' desembarcó en España de la mano de la familia Sainz de Vicuña en los primeros los años 50, y a ella se asocian desde entonces varios de los patrimonios menos conocidos para el gran público y difíciles de rastrear: las familias Daurella, Gómez-Trénor, Mora-Figueroa Domecq, Urrutia, Comenge, Serratosa y Castellanos.
En esta lista vuelven a aparecer nombres ilustres del empresariado vasco, como el guipuzcoano Aristrain, la familia Aznar Sainz, dueña de Marqués de Riscal, o la familia Ormazabal. Pero lo más interesante es la aparición de discretos capitales asociados al mundo inmobiliario, como los primos Nicolás Cotoner y Angustias Martos, la familia Banús, los andaluces Beca, la familia madrileña Colomer, los hermanos Gómez Aparicio o la noble octogenaria Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.
Ambas listas tienen muchas cosas en común. En un año marcado por el paro y la crisis financiera, en la parte de arriba de la pirámide económica española muchos ricos han puesto sus capitales a buen recaudo en países como Holanda y Luxemburgo. La práctica no es nueva, pero el dinero es miedoso y huele el peligro antes que nadie. Por eso muchas familias, bien asesoradas y con mucho que guardar, han optado por blindarlo en países donde la crisis es más liviana y la presión fiscal también.