miércoles, 21 de diciembre de 2011

¿JUBILAMOS A LAS MADRES Y A LA IGLESIA?

Pilar Pérez. Carta al director
En tiempos de crisis hay que andar con mucho ojo a la hora de presupuestar. Eso lo sabemos bien las madres y lo deben tener muy en cuenta nuestros gobernantes para que las cuentas nos cuadren.
¿Qué pasaría si la Iglesia dejara abandonadas a tanta instituciones que gracias a ella sobreviven? Pensemos en hospitales, escuelas, centros de dependientes, Cáritas, etc.. ¿Qué sucedería si las madres, pienso sobre todo en las que además son viudas con ínfimas y vergonzantes pensiones, dejáramos de dar cobijo a nuestros hijos en paro, a nuestros enfermos, a nuestros ancianos?
Es evidente que la Iglesia es una madre y como tal está actuando con corazón de madres, trabajo gratuito y desinteresado al servicio de los más débiles. Es ella la gran responsable de que ahora mismo exista una red de protección social que mantiene a flote a muchas familias en situaciones extremas debido al desempleo creciente. Es verdad que a la Iglesia ya la financian sus fieles, a través de la aportación voluntaria del IRPF, pero cada vez es más necesario que la apoyemos, porque cada vez es más grave la situación social y por tanto es más relevante que se amplíe su campo de acción.
No nos engañemos pensando que el dinero público es infinito y no es de todos, sale de cada uno de nuestros bolsillos y debe ser repartido con justicia y equidad. Todos estamos en el mismo barco y la Iglesia y las madres han tomado las riendas allí donde son más necesarias y eficaces, con los más desprotegidos.