domingo, 27 de noviembre de 2011

Mejor doce contra dos que doce contra uno

Héctor Míguez Pastoriza


El pasado jueves 23 de junio por la noche, en la plaza del Pilar de Zaragoza, sucedió un hecho que me recuerda una representación en la calle de la situación social del mundo. Rubén, un chico que estaba allí acampado, estaba hablando por teléfono al lado de la puerta del ayuntamiento, cuando de repente, aparecieron doce chicos, la mayoría de unos 17 años, y empezaron a pegarle una paliza. Un compañero suyo de la acampada acudió en su socorro. El resultado fue que recibieron la paliza los dos, uno de ellos permaneció en el hospital varias horas en observación, el otro no tanto tiempo, pero con fuertes contusiones. ¿Por qué sucedió esto?, la hipótesis más defendida es que fueron unos chicos a los que les gusta la violencia, y lo hicieron por pasárselo bien, disfrutan de esa forma, y no les importa la amabilidad, la solidaridad, la justicia…
Unos días más tarde decía Rubén: mejor doce contra dos que doce contra uno. Aunque pudiera parecer que la decisión de ayudarle que tomó su compañero no fue útil, que no aportó beneficio a Rubén, pues le pegaron a los dos, la frase lo expresa: mejor doce contra dos que doce contra uno. No vale como excusa el pragmatismo para no ayudar. Y si en vez de uno se unen varios, pues mejor, y si se unen muchos, quizás no hiciesen falta ya los golpes.
Digo que esta anécdota me recuerda a la situación social del mundo. Los ricos, los fuertes, grandes potencias económicas y políticas, abusando de los débiles: guerras por materias primas, condiciones laborales de miseria, paro… Vaya una forma de pasar la vida, en eso buscan su satisfacción, en tener más poder a costa de matar y hacer sufrir, valoran el poder enfermizo e ignoran la fraternidad, la honradez. Y eso provoca muertes, violaciones, prostitución, sufrimiento, injusticia… Y los del medio, viviendo en el derroche, ¿para que vamos a cambiar nuestra forma de vida?, si no se puede hacer nada, eso seguirá así de cualquier forma… vaya pragmatismo más inútil. Pues no es lo mismo. No es lo mismo que renunciemos al consumismo, al derroche, a que no lo hagamos.
Cuando me contaron lo de la paliza me pareció atroz, algo brutal fuera de la normalidad, me pareció propio de gente depravadísima, de gente que está mal. Sin embargo, estoy tan acostumbrado a la situación de injusticia que vive el mundo, que esta en principio no me parece tan atroz, estoy tan acostumbrado a que haya personas en el mundo que mueran por hambre, a que mi coche use gasolina obtenida de una guerra… que puedo coger el coche sin vomitar, sin que se me revuelvan las tripas… pero si lo reflexiono…